- La actividad que hicimos en este bloque fue elegir una de
las tres estrategias para transmitir literatura infantil. En mi grupo estábamos
Vanessa González, Marina Almeida y yo. A mi me tocó narración con libro y
escogí “El patito feo”, aunque nuestra profesora nos dijo que los libros de
Disney no son los más apropiados.
A continuación os voy a poner el cuento que aunque todos lo
conozcáis, seguro que os gustará recordarlo.
EL PATITO FEO
Como cada verano, a la
Señora Pata le dio por empollar y todas sus amigas del corral estaban deseosas
de ver a sus patitos, que siempre eran los más guapos de todos.
Llegó el día en que los patitos comenzaron a abrir los huevos poco a poco y
todos se juntaron ante el nido para verles por primera vez. Uno a uno fueron
saliendo hasta seis preciosos patitos, cada uno acompañado por los gritos de
alegría de la Señora Pata y de sus amigas. Tan contentas estaban que tardaron
un poco en darse cuenta de que un huevo, el más grande de los siete, aún no se
había abierto. Todos concentraron su atención en el huevo que permanecía intacto,
y también los patitos recién nacidos, esperando ver algún signo de movimiento.
Al poco, el huevo comenzó a romperse y de él salió un sonriente patito, más
grande que sus hermanos, pero ¡OH, sorpresa!, muchísimo más feo y desgarbado
que los otros seis…
La Señora Pata se moría de vergüenza por haber tenido un patito tan feo y le
apartó de ella con el ala mientras prestaba atención a los otros seis. El
patito se quedo tristísimo porque se empezó a dar cuenta de que allí no le
querían… Pasaron los días y su aspecto no mejoraba, al contrario, empeoraba,
pues crecía muy rápido y era flaco y desgarbado, además de bastante torpe el
pobre...
Sus hermanos le jugaban pesadas bromas y se reían constantemente de él
llamándole feo y torpe. El patito decidió que debía buscar un lugar donde
pudiese encontrar amigos que de verdad le quisieran a pesar de su desastroso
aspecto, y una mañana muy temprano, antes de que se levantase el granjero, huyó
por un agujero del cercado.
Así llegó a otra granja, donde una anciana le recogió y el patito feo creyó
que había encontrado un sitio donde por fin le querrían y cuidarían, pero se
equivocó también, porque la vieja era mala y solo quería que el pobre patito le
sirviera de primer plato. Y también se fue de aquí corriendo.
Llegó el invierno y el patito feo casi se muere de hambre pues tuvo que
buscar comida entre el hielo y la nieve y tuvo que huir de cazadores que
querían dispararle.
Al fin llegó la primavera y el patito pasó por un estanque donde encontró
las aves más bellas que jamás había visto hasta entonces. Eran elegantes,
gráciles y se movían con tanta distinción que se sintió totalmente acomplejado
porque él era muy torpe. De todas formas, como no tenía nada que perder se
acercó a ellas y les preguntó si podía bañarse también.
Los cisnes, pues eran cisnes las aves que el patito vio en el estanque, le
respondieron:
- ¡Claro que sí, eres uno de los nuestros!
A lo que el patito respondió:
-¡No os burléis de mí! Ya sé que soy feo y flaco, pero no deberíais reír por
eso…
- Mira tu reflejo en el estanque -le dijeron ellos- y verás como no te mentimos.
- Mira tu reflejo en el estanque -le dijeron ellos- y verás como no te mentimos.
El patito se introdujo incrédulo en el agua transparente y lo que vio le
dejó maravillado.
¡Durante el largo invierno se había transformado en un precioso cisne! Aquel
patito feo y desgarbado era ahora el cisne más blanco y elegante de todos
cuantos había en el estanque.
Así fue como el patito feo se unió a los suyos y vivió feliz para siempre…
FIN
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- Para hacer esta actividad nos pusimos por grupos de tres y en el mío fui la primera
en empezar, por lo que estaba muy nerviosa y no me salió del todo bien. La
primera vez que lo conté me dijeron que había leído bastantes cosas del libro
literalmente y que no había interactuado lo suficiente. Tampoco me lo había
preparado mucho en casa porque me confié y pensé que no me iba a hacer falta.
La segunda vez que conté el cuento estaba menos nerviosa,
porque ya lo había hecho una vez, por lo que salió un poco mejor. Esta vez
intenté no leerlo todo literalmente e improvisar más. Cuando terminé, me
dijeron que algunas partes del cuento que había contado no habían quedado muy
claras por mi expresión, que tuviera más cuidado en eso, también me comentaron que
miraba más al libro que a ellas y que estaba
más pendiente de mostrar las imágenes que de interactuar.
Lo hice una tercera vez, por lo que intenté mejorar todo lo
que me habían dicho en los otros grupos. Al terminar, en este grupo no me
dijeron nada de los fallos anteriores, sólo me dijeron que debía cambiar alguna
palabra como “incubar”, porque a lo mejor los niños no la entendían. Esta vez
les miré más e interactué con ellos para hacerles partícipes del cuento.
Muy bien. Me faltaría tu autoevaluación.
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